En el entorno de nuestro día a día es muy habitual presenciar gestos despectivos hacia todo tipo de contenido de autoayuda, no sólo cuestionando su efectividad, sino desprestigiando a la persona que trata de encontrar respuestas que le sirvan en su camino de sanación/recuperación/bienestar.
Si bien es totalmente comprensible que exista cierto nivel de escepticismo, me parece esencial remarcar que es precisamente la autoayuda, ese intento de sanarse una misma, el ingrediente esencial que debe formar parte de cualquier proceso personal que requiera un cambio hacia algo mejor. Sin la consciencia de esa carencia, sin esa intención de mirar hacia adentro para encontrar las respuestas, sin cuestionar lo que sí podemos controlar como lo que no está funcionando, sin poner allí la atención como mecanismo de acción que marque la diferencia, es prácticamente imposible arrancarlo y hacerlo empezar a trabajar.
Parecen estar más de moda o tener más aceptación aquellos términos que ubican la responsabilidad de cualquier malestar fuera, acuñando como tóxico a todo lo que entre en interacción con el individuo mientras que este no tiene toxicidad ninguna. Es más cómodo pensar así, pero mucho menos efectivo…
Aunque debemos ser capaces de identificar situaciones que sean nocivas para nosotras, también hay que evitar caer en la tentación de responsabilizar siempre al entorno de nuestro malestar. Y es que, como se dice en inglés: «fool me once, shame on you; fool me twice, shame on me». Si sabemos que algo no nos hace bien, pero aun habiéndolo comprobado lo seguimos incluyendo en nuestro día a día, el problema también está dentro de nosotros y no únicamente en la fuente que en primera instancia lo genera.
Promover la autoayuda en contraposición a ese concepto de entorno tóxico, me parece en efecto lo más sano. Al final es dejar el odio y esa cultura «hater» que se ha instalado en nuestra sociedad, para arrojar más amor sobre la idea de responsabilizarse una misma de sus cosas, ni más ni menos.
Por supuesto estoy en contra de cualquiera que se intente beneficiar de la vulnerabilidad de las peronsas en momentos complicados de su vida, que son los momentos en los que todas buscamos más la ayuda en cualquier cosa que nos de esperanza y nos ayude a salir a flote; pero estoy tan en contra de eso como de denigrar esa fuerza que intenta hacernos tirar hacia adelante y que nos empuja a buscar respuestas que nos acompañen en el camino de autosanación: ya que sin intención de sanarse a una misma no habrá sanación posible. ¿Qué tal si dejamos de mirar con desprecio a la autoayuda para fomentarla y animarnos unas a otras a mimarla e incluirla en nuestro día a día?
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